Me resisto a denunciar la destrucción del Patrimonio Cultural en Siria por las partes en conflicto. No es que no sea preocupante, es que considero que, mientras estén perdiéndose vidas en una guerra civil, no es de recibo que andemos protestando por pérdidas materiales, por mucho que estas sean Patrimonio de la Humanidad.
Al hilo de esto me viene a la memoria una anécdota que me contaron de nuestra guerra civil: sitiada Madrid por las tropas nacionales, llegó a la ciudad una misión de una asociación protectora de animales británica preguntando por los animales domésticos, preocupados como estaban del destino de mininos y canes en tan violenta circunstancia. Dicen que La Pasionaria les respondió que ya no había animales domésticos que salvar, que ya se los habían comido.
Con esto creo que queda clara mi opinión sobre cuál debería ser la principal preocupación de la comunidad internacional, y más concretamente de los que se consideran especialistas en Patrimonio Cultural, no otra que el destino de la población siria. Otro tanto podría aplicarse en el caso de la más que probable contienda bélica que se cierne sobre Egipto.
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